domingo, 12 de mayo de 2013

Chiang Mai


La primera impresión de Chiang Mai es muy buena. La ciudad esta llena de vida y movimiento; templos, mercados, bares, restaurantes, centros comerciales... pero no llega a ser incomoda, de una forma u otra el aspecto y la atmósfera son tranquilos y agradables. Pero de momento no tenemos mucho tiempo para explorarla. Al día siguiente cogemos rumbo hacia "Mindful Farm".

Nos montamos en una camioneta, donde conoceos a los que iban a ser nuestros compañeros de aventura. Lorcel: una chica de Chipre muy alternativa que viajaba con su hijo de 9 años. Bass y su amiga Linsy: unos holandeses de unos treinta y pocos que se habían conocido durante sus respectivos viajes y ahora estaban de parejeo viajando juntos. Y dos Españoles (bueno, ellos dirían que Catalanes, yo todavía no sé la diferencia) Agustin y Ana: dos auténticos cracks que nos cayeron de lujo desde el minuto uno. Con este grupo tan variopinto llegamos a Minful Farm; una granja orgánica situada en un pequeño y precioso valle rodeado de montañas verdes de principio a fin. La granja la dirige Pinant, un antiguo monje budista. Su historia también es peculiar. Vivió 25 años en un monasterio hasta que se enamoró de su actual mujer, se compró un trozo de tierra en medio de las montañas del norte de Tailandia y construyó allí su granja orgánica. Se dio cuenta del auge de backpackers que viajaban a Tailandia buscando ese tipo de experiencias, y pensó que podrían echarle una mano con su proyecto mientras él les ofrecía alojamiento, comida, y un estilo de vida sencillo rodeados de increible naturaleza. Acertó de lleno. Su granja tiene una pinta estupenda y dice que la demanda de sus productos no deja de aumentar.




Sin embargo a nosotros nos lleva a la granja de su amigo Mr. Sao, que está aun más metida en las montañas y en sus primeras fases de desarrollo, allí solo hay un par de casetas de bambú para dormir, otra que hace las veces de cocina, tiendas de campaña y más montañas. Nuestro trabajo será ayudar a que eso se convierta en una granja; ayudaremos a construir casetas de bambú y prepararemos la tierra par que se empiece a plantar. Así que eso es lo que hacemos durante los siguientes 5 días. Nos despertamos al amanecer con música de monjes rezando, que la verdad, me gustaba, desayunamos, (la comida que comeremos es vegetariana, mucho arroz y guisos de verduras) y antes de que pegue fuerte el sol nos ponemos a trabajar; preparamos la tierra o ayudamos a construir las casetas de bambú. Esto último lo hacíamos bajo la dirección de un par de amigos de Mr. y Mrs. Sao. No hablaban una palabra de ingles pero nos cayeron genial, siempre estaban intentando comunicarse e interactuar, se notaba que tenían infinita bondad, nos tocaban amablemente, siempre siempre tenían una sonrisa en la cara y se fumaban unos puros de no se que hierbas de un tamaño muy considerable. Paramos sobre las 11 para comer y luego estábamos por ahí leyendo o descansando. Por las tardes íbamos más a nuestro rollo, cuando bajaba el sol trabajábamos un poco y luego nos ibamos por ahí a darnos un baño en una catarata cercana, o hacer hiking, a pescar, o simplemente a dar un paseo y disfrutar del sitio donde estábamos. Por las noches nos sentábamos al rededor del fuego, que Mrs. Sao preparaba y manejaba estupendamente. El equipo lo formabamos la gente que conocimos en la camioneta de camino a la granja, dos alemanes que ya estaban allí cuando llegamos, Mr. y Mrs Sao, y nosotros. A veces también se unían nuestros amigos que estaban construyendo las casetas. Y allí estábamos encantados, sentados al rededor del fuego, con gente tan diferente y tan buena, compartiendo historias, tocando la guitarra y charlando, bebiendo te y comiendo bananas cocinadas al fuego.


La experiencia fue una pasada. Disfruté enormemente aprendiendo del estilo de vida de estas gentes; sencillo, tranquilo y con un gran conocimiento y respeto por la naturaleza. Y lo pasamos de lujo, no sólo por las actividades que hacíamos o el sitio donde estábamos, sino también por la gente. Creo que viajando aprendes que lo más importante es la gente con la que compartes estas experiencias, y nosotros habíamos montado un grupo cojonudo.

Después de 5 días volvemos a Chiang Mai, estamos ahí varios días más y conocemos a Fito y su novia Lorena, dos malagueños que habían alquilado ahí una casa. También conocemos a Juanma, que había ido a visitarlos y hacemos grupo con ellos. A parte de que nos caen de lujo los 3, siempre es una ventaja estar por ahí con alguien que conoce la ciudad. Pasamos otros 3 o 4 días con ellos, saliendo, entrando, de arriba abajo... subimos el pico mas alto de Tailandia, nos perdimos por la montaña en busca de opio (que nunca encontramos), vimos tigres en el Tiger Kindom gratis (es increíble lo que consigue uno a veces sólo preguntando)... Finalmente Pereda y Chongu ponen rumbo a Camboya (su viaje es sólo de un mes y el tiempo nos obliga a separarnos), y Alvaro y yo nos vamos a casa de Jan, una chica tailandesa que conocemos por medio de couchsurfing y que nos deja su casa varios días, en teoría...



No hay comentarios:

Publicar un comentario