viernes, 24 de mayo de 2013

Luang Prabang


Luang Prabang es una de esas ciudades que si uno va a Laos, tiene que visitar casi por obligación. Es pequeña (52.466 habitantes), muy manejable y tiene un encanto propio difícil de describir, es una ciudad camuflada; tiene todas las comodidades que encuentras en cualquier otra ciudad grande, ruidosa y agobiante, pero sin ser ninguna de estas cosas. Todo lo contrario, Luang Prabang no deja de lado la atmósfera de tranquilidad tan característica de Laos, la gente es amable y el tiempo pasa despacio. A esto hay que añadirle el toque romántico que le dan los edificios franceses más su estupendo emplazamiento entre el río Mekong y el Nam Khan, que la hacen una ciudad con una esencia especial, muy diferente a todas las demás ciudades del sudeste asiático que hemos visitado.

Nos levantábamos y a lo largo de la mañana nos íbamos encontrando todos en la plaza que había entre las 3 guest houses donde nos alojábamos, allí se cocinaban los planes para el día. A veces todos juntos (los 15), otras separados, dependiendo de gustos y ganas, íbamos a un sitio o a otro. Visita obligada es a las cataratas de Tat Kuang Si, donde el grupo entero hizo una excursión y lo pasamos de maravilla. El sitio es precioso, la cascada tienes varios niveles y se precipita por la roca formando preciosas pozas de tonos verdes. Es un "must see" y un sitio perfecto para relajarse y escapar del calor. A esto hay que añadirle el hecho de que fuimos un grupo grande de amigos, con un rollo cojonudo y eso hizo que el día fuese inmejorable. Normalmente después de hacer algo de provecho durante el día, las tardes las dedicábamos a pasear por el mercado, tomar batidos de mango, o simplemente sentarnos en la terraza de algun bar a disfrutar del precioso atardecer con vistas al mekong. Por la noche solíamos ir a Utopia a tomar algo. Una de esas noches nos encontramos con Bass y Linsy, los holandeses que conocimos en la granja orgánica. ¡Que alegría más grande verlos! Pasamos la noche poniendonos al día sobre nuestros viajes y echándonos unas risas recordando "viejos tiempos". Y así más o menos fluía la rutina en Luang Prabang, hasta que poco a poco, tras 4 o 5 días, la gente iba siguiendo su camino.

Alvaro y yo teníamos pensado hacer una pequeña excursion al norte, a Nong Khiaw y Muang Ngoi. Carlos, el asturiano que conocimos en Pai, nos lo recomendó encarecidamente como uno de sus sitios favoritos en Laos. A Nong Khiaw se llega en autobús desde Luang Prabang, y a Muang Ngoi se llega con una barca pequeña (10-12 personas máximo) desde Nong Khiaw (el viaje en barca es comparable o mejor al slow boat que nos llevó a Luang Prabang). Al parecer son dos pueblecitos con un enclave idílico, pocos turistas y una gran ocasión de meterse en el Laos profundo. Es justo lo que buscamos. Para este pequeño periplo se nos han unido Teo, Sebastiano, Daphne y Guille. Habíamos hecho muchas migas con ellos en Luang Prabang y tras comentarles el plan, no se lo piensan dos veces y se unen a la expedición.

Guille es un Argentino de 24 años que vive al lado de Buenos Aires, viaja solo, con su guitarra, y es un tio genial, nunca una mal gesto, nunca una palabra negativa. Su viaje era de dos meses y se notaba que los estaba disfrutando al máximo, y esa alegría se contagiaba al grupo constantemente. Daphne es belga, tiene un rollo hippie genial, su lema es "follow your heart" y eso es lo que ella hacía. Aunque era la única chica del grupo, es una de esas chicas con la que te irías a cualquier lado, muy graciosa, muy sencilla, muy ella misma. Es difícil encontrar gente sencilla hoy en día, y yo no puedo estar más de acuerdo con Da Vinci cuando dijo: "la sencillez es la máxima sofisticacion". También nos acompañaba Sebastiano, un personaje y un crack a la vez. Es italiano y anarquista, antes de ir al sudeste asiatico estuvo dos años en Australia y uno de ellos en Tazmania. De primeras, al ver su tatuaje anarquista pensé: "buah! cuidado con el yonki este". Viajar te enseña a no juzgar a la gente, conoces a tantísimas personas todos los días, que esa verdad sencillamente cae por su propio peso. Seba es un gran enamorado de la naturaleza y de la tranquildad que esta inspira. Simplemente no cree en el sistema en el que vivimos (como muchos otros) y tiene el valor de vivir su vida acorde a sus ideologías; es vegetariano (por el maltrato que la industria alimenticia infringe a los animales constantemente) y no consume productos de grandes corporaciones, véase Cocacola. Según esta descripción Seba puede parecer un poco raro comparado con un occidental estándar, pero lo unico que tiene de raro es que tiene la valentía de vivir acorde a sus ideales, todos ellos pensados y explicados a lo largo del viaje con una lógica aplastante. A parte de esto el tío es un trozo de pan, quizás un poco tímido al principio, lo comparte absolutamente todo, es educado y con un corazon enorme, viajar con él ha sido uno de los grandes placeres de este viaje. Y por último Teo, un Coreano de 23 años. Lleva 6 meses viajando, estuvo 4 años en el ejercito, dos de ellos trabajando, ahora no quiere saber nada de ejércitos ni de reglas estrictas y esta viajando por tiempo indefinido. Es muy inteligente y con un gran sentido común. Pero lo que de verdad le caracteriza es que todo el mundo le quiere, en dos días se ha ganado el cariño incondicional de quienes lo conocen. Cuando lo conocimos le costaba hablar ingles, y a mi me costó entender qué era lo que inspiraba ese cariño que le tenia la gente si casi no hablaba. Después de un tiempo llegué a la conclusión de que al fin y al cabo, las personas se definen por sus acciones, no por sus palabras. Somos lo que hacemos, no lo que decimos, y eso lo que hacía tan especial a Teo, su forma de ser; es tranquilo, calmado, feliz, anda con unos aires despreocupados que me fascinan, como si fuese intocable, como si tuviese un aura a su alrededor que lo protege, es generoso y muy atento con los demás... Una noche, sentados en Utopia el grupo entero, hablábamos de Luang Prabang, alguien le preguntó si le gustaba, y con esa naturalidad tan característica suya dijo: "I like it a lot because we are all together". Y ese es Teo.

Después de 4 días con un grupo de gente estupendo, Guille, Daphne, Seba, Teo, Alvaro y yo cogemos rumbo norte hacia Nong Khiaw y Muang Ngoi siguiendo los pasos y la recomendación de nuestro amigo Carlos.






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