jueves, 16 de mayo de 2013

Slow boat a Luang Prabang


Después de 3 días descansando en casa de Jan ya estoy deseando llegar a Laos, al parecer no tiene nada que ver con Tailandia, lo que nos espera es menos desarrollo, la atmósfera es tranquila y la naturaleza promete ser impresionante. Me pregunto si todo esto estará correlacionado, probablemente si. Sin duda será diferente a Tailandia, y aunque la dejo con la sensación de que la gente es muy buena y ha sido una gran introducción al viaje que acabamos de empezar, definitivamente no es lo que estoy buscando; esta muy desarrollado, hay turistas por todas partes y es complicado llegar a la Tailandia profunda, la que todavía conserva sus raíces. 

Cogemos un autobús desde Chiang Mai (que no tiene nada que envidiar a los autobuses europeos) para llegar al paso fronterizo de Chiang Khong-Huay Xai, y durante el camino una de las cosas que me vienen a la mente son los cosméticos que se venden en Tailandia; la gran mayoría anuncian sus efectos blanqueadores de piel, todo lo contrario que en occidente, donde somos más blancos y lo que nos ofrecen es ser más morenos. Sin duda es algo que da que pensar. ¿Acaso es cierto que queremos lo que no tenemos? ¿Será esta la naturaleza del ser humano? Creo que si, y también creo que las grandes corporaciones, sabiendo esto, utilizan sus enormes campañas de marketing para incrementar ese sentimiento y empujar las ventas de productos que en realidad nadie necesita.

El consuelo es que en cuestión de horas estaremos en Laos, la antítesis de Tailandia, que lleva años peleando contra los deseos de sus vecinos tailandeses y chinos de construir vías de tren que atraviesen sus ciudades para crear redes comerciales y emprender el camino al desarrollo. Hasta hace poco lo habían conseguido, pero poco a poco estan perdiendo la batalla. Para más inri cada vez llegan más turistas. Que horrible industria esta del turismo, que convierte el mundo en un Disneyland gigante donde a nadie le importa la cultura o las tradiciones de cada país y sólo les interesa montarse en su autobús, llevarse el souvenir de rigor a casa y hacer fotos de las riquezas naturales de estos países (normalmente menos desarrollados) como si fuesen maravillas de un mundo ajeno al nuestro.

En Huay Xai cogemos el "slow boat" que nos lleva en un viaje de dos días a través del Mekong a Luang Prabang, una manera perfecta de empezar a meterse en el ritmo de vida laosiano. El barco está casi lleno de viajeros, y las estupendas vistas de Laos a un lado y Tailandia al otro hacen que el ambiente sea tranquilo y relajado. Pasan las horas y empezamos a ver a familias haciendo sus quehaceres en el río mientras los niños corretean desnudos por la orilla. Al vernos nos gritan a lo lejos: "¡sabaidi! ,sabaidi!, mientras saludan con la mano y con una sonrisa de oreja a oreja. Sabaidi es hola en Laos, y no hay viajero que no lo sepa, pues no hay niño en Laos que no salude. Parecen saber que acabamos de llegar y nos dan la bienvenida. 
suerte




El segundo día Alvaro y yo nos sentamos en la parte de atrás del barco, donde conocemos a Sebastiano y a Daphne. En ese instante no lo sabíamos pero con el tiempo se convertirían no sólo en compañeros de viaje sino en amigos inolvidables. Aunque el espacio allí atrás es pequeño, no para de pasar gente por nuestra pequeña zona vip, normalmente para echarse un piti...dos, charlar un rato...unos se quedan más, otros menos, pero normalmente lo suficiente para entablar un poco de conversación; ¿hacia dónde vas? ¿cuánto tiempo viajas? y ese tipo de cosas. El ambiente del mochilero me encanta, por lo general los viajeros con los que nos cruzamos son muy buena gente, casi siempre con algo en común y con una historia interesante que contar. Y como me decía Jeff, un holandés que años antes había hecho un viaje parecido de 8 meses, pero que ahora comentaba con desilusión que sólo podía viajar un mes: "Javi is there anything better than this? this boat, this views, this nice people...". La respuesta para mi estaba clara.

                                     

Al final del día habíamos formado un grupo de gente joven estupenda y cuando llegamos a Luang Prabang decidimos ir todos a buscar alojamiento juntos. La empresa iba a ser difícil, pues éramos muchos (unos15), pero con un poco de paciencia y un golpe de
encontramos 3 guest houses donde nos pueden acomodar a todos. Las tres están pegadas y tienen un pequeño patio central perfecto como punto de encuentro. Ya estamos instalados y Luang Prabang, una de las joyas de Asia, nos espera.

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