viernes, 12 de abril de 2013

Bangkok


Después de infinitas horas de avión estamos a punto de aterrizar en Bangkok. Como me suele pasar normalmente, es sólo entonces cuando empiezo a sentir ese gusanillo por la barriga, mezcla de nervios y excitación que ya se ha convertido en viejo conocido, y me gusta. No sé que esperarme de Bangkok, tanto se habla y se escribe sobre esta ciudad que he decidido no esperarme nada, que sea lo que Dios quiera. Aterrizamos. Que empiece el show.

Desde la ventanilla del taxi que nos lleva desde el aeropuerto a la ciudad se ve como Bangkok está rodeada por una nube gigante de contaminación. El aire es espeso y el cielo semi grisaceo, aunque el sol brilla. El taxi nos deja en medio de la zona de mochileros; 3 calles con un mercado casi 24 horas donde se puede comprar casi de todo. Nada mas bajarse uno del taxi se da cuenta que Bangkok es una ciudad para los sentidos. Hay ruido constantemente; del trafico, del pito de los coches, de los mercados, de los tuk tuk (moto-taxi) que te intentan vender de todo, y con de todo quiero decir DE TODO. El olor es también un constante intruso. Los olores te invaden la nariz, unas veces es bueno, otras no tanto, pero siempre huele a algo. Y por supuesto la vista, nada de lo que me rodeaba lo podía  relacionar con algo conocido. Todo era nuevo. Nuevo me gusta.

Llegamos por la mañana, y nada mas dejar las mochilas nos ponemos a funcionar, nos enteramos de que hemos llegado en día festivo, y visitar los templos es gratis. Somos españoles, y nos han dicho gratis. En 20 segundos estamos montados en un tuk-tuk con la intención de ver todos los templos de Bangkok. Curiosa historia la del tuk tuk también. Un policía local que estaba fuera de servicio nos comentó que los tuk tuk que tenían dos banderas detrás eran "oficiales" y que por 40 baths (1€) nos llevaría donde quisiéramos (uno normal podría costar entre 80-150 baths). Después de 3 horas y unos 4 millones de templos según mis cuentas, cogemos rumbo hacia el último templo del día... o para algunos del mes, y al salir resulta que nuestro conductor, al que le habíamos hecho dar mil vueltas y que para colmo le habíamos regateado 10 míseros baths, no aparecía. No había manera de encontrarlo, nos caía bien y no le habíamos pagado. Así que allí estábamos, 4 españoles buscando al conductor de un tuk tuk para pagarle. Si nos ve Rajoy le da un infarto.

Pasamos un par de días por ahí, sin adentrarnos mucho en la gran ciudad. No nos apetecía jaleo y la resaca tampoco nos permitía planear ni hacer muchas cosas de todas formas. Así que sin más, al amanecer del cuarto día nos vamos.

Bangkok es como me esperaba, es decir, nada que me interese demasiado. Una cuidad enorme, donde lo que se ve es el resultado de un desarrollo descontrolado sin importar el cómo ni el por qué y donde cualquiera puede conseguir lo que sea, moral aparte. Aunque la ciudad parece contraria a la mayoría de mis valores, sin duda Bangkok es una ciudad interesante y con mucho que ver, pero para conocerla bien se requiere tiempo y ganas, y nosotros no tenemos ni lo uno ni lo otro.

Cogemos rumbo a Kanchanaburi, un pueblecito pequeño al oeste de Bangkok conocido por su historia, su atmósfera tranquila y la naturaleza preciosa que lo rodea. 





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